Con frecuencia se me pregunta: ¿Cómo se puede acompañar a quienes mueren sin lastrarte emocionalmente?, yo siempre respondo “Acompañar la muerte de un ser humano en Cuidados Paliativos es ir al lado de una persona que transita un terreno difícil, la verás tropezar y tú también lo harás, la verás caerse y le ayudarás a levantarse. Llegará un momento que el camino se estrecha tanto que tú ya no vas a poder pasar con ella, te tienes que despedir y dejar que siga sola, pero cuando la miras y ves la ayuda prestada en el camino recorrido, sólo te queda paz, orgullo y buenas sensaciones.
Comprendiendo el rol de los voluntarios en cuidados paliativos
¿Qué hacemos los voluntarios en cuidados paliativos? El camino juntos empieza cuando la persona es derivada a nuestra unidad porque ya los tratamientos curativos no están haciendo efecto. Es momento de no pensar ya en curar, pero sí en aportar la mayor calidad de vida posible. Lo primero y más importante que hacemos es tratar de conectar. Esta conexión a veces no es fácil, pero con cariño y empatía, es cuestión de horas o como mucho, días. A partir de aquí se forja un vínculo y aportamos lo que cada persona necesita dependiendo de su estado físico y emocional. Hay diferentes tipos de apoyo que brindamos los voluntarios, desde dar paseos por el jardín, leer libros o poner música hasta acercarnos a su corazón, emociones y necesidades, escuchando y propiciando conversaciones importantes. El voluntariado en situaciones de vulnerabilidad siempre es importante, pero el voluntariado en el sistema de cuidados paliativos es la última posibilidad que tenemos como sociedad de entregarnos y de aportar amor incondicional a una persona que lo necesita, especialmente si está sola.
Beneficios para pacientes, familias y el sistema de salud
Los beneficios y el impacto positivo en el bienestar emocional del paciente se ven reflejados enseguida. Cuando una persona ingresa en la unidad de Cuidados Paliativos suele venir con secuelas físicas por la enfermedad y los tratamientos, pero además con miedos e incertidumbre. Equipo médico y psicólogos se van a encargar de aliviar esos síntomas, eso se va a conseguir en los primeros días o semanas. Pero si además, la persona siente que hay alguien cerca que dispone de tiempo y que lo entiende, que tiene experiencia en acompañar ese sufrimiento existencial que siente, que le tiende la mano, le ayuda a salir de su ruido mental y emocional, sostiene su pena y llanto sin huir, está a su lado con empatía en las buenas y en las malas y no pide nada a cambio, puedo asegurar, porque lo vivo día a día, que la persona vuelve a sentirse en el centro de su experiencia, recobra autoestima y hace un cambio vital que le va a ayudar en todo su camino, unas veces largo y otras corto.
Pero en todo esto hay algo también necesario, y es atender a su entorno, el alivio de la carga emocional y física para su familia. Nadie quiere sentirse una carga, pero ante una enfermedad avanzada y terminal, la familia ha de volcarse para atender a su ser querido. Los voluntarios en Cuidados paliativos atendemos a paciente y entorno, propiciamos que tengan momentos de respiro haciendo turnos con ellos, igualmente les escuchamos, abrazamos su dolor y tratamos de alivianar la carga. Esto influye directamente en el bienestar emocional del enfermo que ve en los voluntarios la ayuda que él no puede prestar. Se hace una relación de apoyo y confianza mutua. Porque si algo se dispone como voluntario es tiempo de calidad sin la presión del profesional de la salud que ha de atender su trabajo a veces con poco tiempo para estar y escuchar, de esta manera es como el voluntariado contribuye a mejorar el sistema de salud.
Cómo convertirse en voluntarios en cuidados paliativos
Para ejercer un voluntariado, sea el que sea, hace falta ante todo voluntad sincera sin búsqueda de reconocimiento. Pero en Cuidados Paliativos, además, hacen falta unas habilidades y requisitos básicos. Hay una parte que ha de traer la persona de serie y otra que se entrena. En lo personal ha de haber una madurez emocional para ser capaz de acompañar el sufrimiento ajeno y no tomarse personalmente el rechazo que se puede dar en algún momento por un paciente emocionalmente inestable. Se ha de ser una persona paciente, tolerante, empática y capaz de no hacer juicios de valor, sino acompañar lo que haya. Creo firmemente que, aunque hagamos una labor no remunerada económicamente, debemos ser profesionales y estar formados. Existen capacitaciones, certificaciones y programas disponibles. Yo personalmente he cursado formaciones de acompañamiento en la muerte desde una visión transpersonal y espiritual, de cuidados paliativos, planificación anticipada de cuidados, mindfulness, compasión y terapia de la dignidad, comunicación asertiva, etc. Todo lo que me ha ido pareciendo interesante durante estos años para acompañar el proceso de morir de la mejor manera posible (te dejo un enlace a mis cursos de comunicación y acompañamiento donde recojo y hago fácil lo que he aprendido en el camino). Estar bien formados nos ayuda a sentirnos seguros del buen hacer como voluntarios, pero además de ayudar a otros, nos ayuda a nosotros también a prepararnos para acompañar a los nuestros y a transitar nuestro propio fin de vida de manera lúcida cuando la muerte se acerque. Además de esto, es importante disponer de recursos para voluntarios como redes de apoyo, materiales y grupos. El voluntariado es una labor de equipo y es importante ejercerlo desde una organización que nos aporte seguridad, formación y apoyo. Si deseas ingresar en un voluntariado en Cuidados Paliativos, tanto sea en hospital como en domicilios, busca las organizaciones que lo hagan en tu ciudad, ponte en contacto con ellos para que te puedan dar entrada al equipo. Te darán una formación básica, pero con ello ya puedes empezar, el mejorar el camino hacia la excelencia te lo dará las formaciones que tú quieras sumar y la experiencia acompañando.
Desafíos y oportunidades en el Voluntariado
Hay algo muy importante, que es gestionar el impacto emocional y el desgaste del voluntario. El auto cuidado es esencial, el saber entregarte sin agotarte física ni emocionalmente. Saber ser objetivos con que no podemos salvar a nadie de su dolor ni sufrimiento, que lo que podemos hacer es estar en presencia plena con toda nuestra intención de aliviar, no de salvar (y esto no es poco). A mí me ha servido crearme mi propio ritual para los momentos duros. Por ejemplo, cuando alguien que llevo un tiempo acompañando y hemos conectado fallece, evidentemente la tristeza me invade, una vez lo he acompañado y honrado, me separo, hago unas respiraciones profundas y una meditación por su alma, sólo cuando me siento lista y tranquila puedo continuar. Para esos momentos también está el resto del equipo, cuando uno no puede, se retira y los demás cubren su papel. Es importante interiorizar que no podemos entregar lo que no tenemos, si en un momento no disponemos de calma y estabilidad, mejor retirarse hasta reponernos. Pero no todo es duro, vivir experiencias así, acompañar a los que mueren nos ofrece bellas e importantes herramientas y oportunidades de crecimiento personal y profesional. Sin duda, no hay mejor forma de vivir la vida plenamente y relativizar los problemas que cuando vemos tan de cerca lo efímero de la vida. Si eres voluntari@ o deseas serlo, te animo a que te prepares como tal y que desarrolles tus estrategias para promover el voluntariado en cuidados paliativos, esa es una de mis intenciones con este artículo, invitar a acercarnos a la muerte, apoyando y acompañando tal y como otras personas acompañan el nacimiento de otro ser, porque al final, nacer y morir tienen muchas similitudes (te dejo enlace a otro artículo donde hablo de esto)
Reflexiones finales sobre la importancia del voluntariado
Morir no es un proceso fácil, al igual que no lo es nacer. Como voluntarios acompañamos su proceso, especialmente el de la enfermedad avanzada y terminal. Respetamos en presencia plena el proceso, con escucha activa y voluntad de aliviar. Acompañamos las cuatro dimensiones del ser humano, la física aportando cuidados, la emocional acompañando su corazón, la social resolviendo temas sociales y familiares y la espiritual asistiendo en silencio a las preguntas existenciales que sólo su alma puede responder. Tengo muy claro que nadie muere solo, que desde el otro plano nos toman el mando cuando llega el momento de la muerte física, pero hasta que ese momento llega, tener una mano amiga es un bello alivio.