Nacer y morir son dos procesos naturales y perfectos. En ambos se revela una inteligencia intrínseca a seres humanos, animales y aunque de manera diferente, también a plantas. Hablemos hoy del nacimiento y la muerte en los seres humanos.
Llama la atención el parecido que guardan ambos procesos, más en el fondo que en la forma. La gran diferencia la marca especialmente nuestra visión y emociones sobre cada uno de estos dos actos biológicos y trascendentes, la alegría e ilusión ante un nacimiento y el sentimiento de tragedia y fracaso ante la muerte.
Parto de la base de que yo veo en el nacer/morir como un ciclo, un eslabón en la cadena de nuestra existencia álmica, ¿Te adentras conmigo en esta apasionante reflexión?
Nacer: El “inicio” de un viaje; Morir el “final” de un ciclo.
Empecemos por aquí, en ese momento en que un óvulo es fecundado por un espermatozoide y comienza el proceso de embarazo (que va a necesitar un tiempo).
En el otro extremo, imaginemos a una persona que padece una enfermedad que avanza y que va a desembocar en su muerte física. Comienza el proceso de morir (Que también necesitará su tiempo)
La futura mamá va a transitar una montaña rusa de emociones ante la certeza de esa vida que trae al mundo, sentirá cambios en su cuerpo físico, emocional y querrá encontrar un sentido a su maternidad. Cambiará su manera de ver la vida, el nacimiento de su bebé será el centro de su atención.
La persona que acaba de recibir un pronóstico corto de vida, también sentirá su salud mental como en una montaña rusa. Igualmente comienza un proceso en el cual va a haber cambios físicos, emocionales y espirituales (sentido de la vida y la muerte). Cambiará su manera de ver la vida y su propia finitud se convertirá en el centro de su atención.
La madre y el bebé van a necesitar apoyo y acompañamiento de un equipo sanitario de vigilancia prenatal y también de su entorno (familia y amistades). Mientras el embarazo avanza, esa nueva alma que llega a este plano, toma el protagonismo, el entorno sólo cuida su bienestar.
El ser humano que transita su camino de enfermedad terminal necesitará el apoyo y acompañamiento de un equipo de Cuidados Paliativos y de las personas allegadas en las que confía y a las que ama. Esa persona es la protagonista, quien se está preparando para abandonar su cuerpo al morir, el entorno sólo puede cuidar de su bienestar.
El embarazo ha avanzado y se desencadena el parto, se presentan unas horas complejas. La madre tendrá que ayudar y facilitar la llegada al mundo de su bebé. Su entorno sabe que es momento de esperar, de confiar en que todo va a ir bien. El equipo de matrona/doula y resto de personal sanitario sabe que sólo tienen que vigilar y propiciar un proceso natural, algo que los cuerpos saben hacer. Ha de reinar la calma para que todo fluya bien.
La enfermedad también ha avanzado hasta su límite, la persona entra en su proceso de agonía, se presentan unas horas complejas. Cuerpo, alma y espíritu se han de coordinar, confiar y permitir la trascendencia. El entorno ha de entender el proceso de morir e igualmente han de apoyar a su ser querido desde la calma y la confianza dando permiso para partir. El equipo de Cuidados Paliativos y doula de final de vida que haya acompañado el proceso, se pondrán en segundo plano, atendiendo el confort y apoyando a moribundo y su entorno. Ha de reinar la calma para que todo fluya bien.
Las contracciones en la parturienta se intensifican, son cada vez más intensas y más rápidas.
La respiración en el moribundo cambia su patrón, cada vez es más superficial y lenta.
Último empujón, el expulsivo, el bebé llega al mundo.
Última exhalación, la persona expira, el alma ha abandonado su cuerpo.
“Ambos actos culminan un proceso humano cargado de trascendencia, y ambos deberían ser motivo de alegría”
Ahora analicemos que hay tras el ruido mental y el bienestar o malestar emocional ante ambos procesos.
Semejanzas y diferencias entre Nacer y Morir
Ante todo, observemos la diferencia del impacto social en la familia y el entorno entre nacimiento de un nuevo miembro o la muerte de otro. Un nacimiento nos proyecta a un futuro cargado de esperanzas e ilusiones, la pérdida de un ser querido nos sume en la nostalgia y recuerdos del pasado. Socialmente, se habla del nacimiento, se le da luz tanto a los mejores momentos como al esfuerzo que supone criar. Sin embargo, se rehúye hablar de la muerte, de los retos que nos trae y de la belleza que traen a veces las vivencias de acompañamiento al final de la vida.
La experiencia emocional en ambos procesos es subjetivamente diferente en diferentes individuos. Influyen muchos factores como pueden ser los culturales, sociales y del carácter (cómo afronta la persona los cambios y pérdidas en la vida). Además, tanto el nacimiento como la muerte necesitan de una preparación y un acompañamiento, existe la preparación al parto y su figura de acompañamiento, la Doula. Centrémonos ahora en la muerte.
Comprendiendo la preparación para la muerte: aspectos emocionales y espirituales
Prepararse para morir es tan importante como prepararse para parir, también existe una figura que acompaña y prepara, la Doula de muerte (o Doula de trascendencia, como me gusta a mi presentarme). El valor del acompañamiento en cuidados paliativos es tan importante que no se encarga sólo de los síntomas físicos (dolor y otros síntomas), sino también de los emocionales (miedo, angustia, incertidumbre…) y espirituales (sentido existencial y de trascendencia). Todo orientado a paciente y familia (con lo cual se atienden también los “síntomas” sociales). Este tema lo ampliaré más en otra publicación (puedes conocer más en mi anterior entrada “¿Estamos preparados para atender el final de vida?”
Reflexionando sobre la naturaleza cíclica de la vida
Cómo el entender mejor nacimiento y muerte, puede mejorar el acompañamiento:
Al nacer encarnamos y al morir desencarnamos, el nacimiento y la muerte pueden parecer meros actos biológicos, pero son dos procesos mucho más complejos que forman parte del ciclo de la vida, si entendemos esto de verdad, no sólo desde la mente, sino bajando al corazón, afrontar la propia muerte física o la de un ser querido se tiñe de luz y es mucho más fácil de aceptar.
Enfrentando el ciclo de la vida con compasión y sabiduría
En medio de ambos procesos (nacer y morir), está la experiencia vital de una persona, cargada de vivencias y aprendizajes. La vida es ahora, vivirla con plenitud también hará la diferencia a la hora de despedirnos, al igual que recibir a un bebé con esa compasión y sabiduría lo proveerá de las herramientas para una vida sana y plena.
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