En un proceso de muerte natural, inminente y real, nadie puede saber el momento exacto de la última exhalación, pero sí que hay unos signos de que la muerte se acerca. Morir no es un acto biológico sin más, es un proceso y como tal tiene su itinerario, conocer esos signos de que la muerte es inminente nos puede evitar ansiedad, nos ayudará a prepararnos, a adaptar los cuidados al momento y lo que es más importante, a despedirnos. Si quieres conocer más sobre cómo acompañar el final de vida físico, te invito a que conozcas mi curso “ACOMPAÑAR EL PROCESO DE MORIR DESDE LA HUMANIDAD”
¿Y qué es importante saber en el proceso natural de la muerte?
Cuando entramos en el proceso de agonía, el cuerpo va a ir desconectando de sus funciones, pero hemos de saber que morir no duele. Igual que nuestra propia naturaleza supo nacer, va a saber morir. Confiar en que así será es el primer paso a entrenar para llegar a “un buen morir”.
Veamos esos signos de que la muerte está cerca:
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Mayor sueño y debilidad
Es el primer signo de esta desconexión progresiva. Cada vez necesitamos dormir más, ya no queremos ni necesitamos levantarnos de la cama, vamos poco a poco perdiendo interés por lo externo. Ante estos signos, con frecuencia se tiende a tratar de que la persona luche por mantenerse despierta y activa, pensamos que es bueno para ella interactuar y “disfrutar” de nuestra compañía, pero no es así. Es importante respetar esta parte del proceso en el cual tenemos la primera ocasión de practicar el desapego que, por otro lado, es lo que está haciendo la persona que transita sus últimos tiempos en este plano, soltar su interés por lo terrenal ante una muerte inminente. Es importante reconocer este momento y no confundirlo con bajo ánimo o desmoralización. Observaremos:
- Periodos de sueño cada vez más largos
- En la vigilia cada vez más desconexión del entorno
- Muchos momentos en los que se está sin estar
- Aunque parezca ausente, se puede oír las conversaciones. Cuidemos nuestras palabras
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Retiro hacia el interior.
Como ya he apuntado, morir no es sólo un proceso biológico, es mayormente un proceso espiritual. Como bien dice el gran Fidel Delgado, “nos morimos hacia adentro”. Necesitamos esos momentos antes descritos (sueño y retiro interior), para ir avanzando en el proceso, coger confianza, tomar contacto desde los sueños con el otro plano y de esta manera nuestra mente trata de evitar la ansiedad que provoca la sensación de muerte inminente. De ahí nuevamente la importancia de respetar esos silencios, acompañando sin intervenir, sólo aportando presencia plena. Puede pasar que:
- Veamos a la persona que habla de cosas que no entendemos.
- Que al despertar hable de familiares ya fallecidos (de todo esto hablaremos en otro artículo).
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Falta de interés por la comida.
Como apuntan los paliativistas, no es que por no comer la persona vaya a morir, es más bien que no come porque se está muriendo. Lo último que necesita el cuerpo en estos momentos es sumar energía. Como hemos comentado, las funciones físicas se van ralentizando y hacer por que coman puede traer problemas de vómitos o broncoaspiración (que provoca atragantamiento). Se pierde la capacidad de deglutir. Las personas llevamos mal cuando nuestros seres queridos no quieren comer, pero es otra cosa que debemos aceptar. Si tenemos dudas podemos pedir información al equipo sanitario. ¿Qué sí podemos hacer?
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- Mantener la boca limpia.
- Humedecer los labios.
- Dar a succionar un cubito de hielo o fruta fresca en un paño limpio.
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Cambios de temperatura y coloración en la piel.
El corazón bombea cada vez más lento y débil, de hecho, podemos observar que su pulso también cuesta cada vez más de encontrar. Esto provoca que manos y pies vayan quedando fríos, aunque no por esto la persona tiene el por qué sentirlo. Podemos arropar, pero sin exageraciones y observar su confort. Las personas de piel más clara mostrarán un color azulado en manos y pies, en las de piel oscura veremos las extremidades más oscuras aún. Pueden salir manchas de un color granate/violáceo en brazos y piernas. La nariz también suele quedar más fría y blanquecina, con lo cual coge ese aspecto “afilado” que se suele nombrar. Como signo menos frecuente también puede aparecer febrícula. ¿Qué hacer?
- Si las extremidades quedan frías arropar y caldear la habitación sin excesos.
- Si hay febrícula, aplicar paños húmedos en frente y muñecas y/o consultar al equipo sanitario.
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Reducción de la cantidad de orina.
Es uno de los signos más tardíos e indicador de que la muerte está cerca, el que más evidencia que un órgano tan vital como son los riñones, están ralentizando su función. No hay que pensar que genera ninguna molestia, la naturaleza de cuerpo y alma es sabia y desconecta de estos síntomas normales y naturales.
- Se reduce la cantidad de orina sustancialmente.
- Esta orina se torna oscura (como el color del té)
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Alucinaciones.
Al final de la vida se pueden dar situaciones de desorientación, intranquilidad y confusión mental por la falta de oxígeno en el cerebro o algunas medicaciones. No debemos confundir estas alucinaciones con las “visiones en el lecho de muerte”, de las que hablaremos también en otro artículo. La gran diferencia entre ambas es que las primeras generan intranquilidad mientras que las segundas (visiones en el lecho de muerte), aportan paz y confianza. Ante alucinaciones o intranquilidad, hablémosle con voz dulce pero firme, tomemos su mano y hablémosle por su nombre. Si la intranquilidad no cede podemos consultar a su equipo sanitario.
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Cambios en el patrón de la respiración.
Conforme el cuerpo se va apagando, la respiración se irá modificando. Pueden darse momentos de respiración rápida y superficial combinados o sustituidos por otros de apneas sostenidas (que se van alargando) seguidas por una inspiración profunda. Con cierta frecuencia se dará un tipo de respiración ruidosa llamada “estertores”, éstos provocan ansiedad con frecuencia a quien acompaña, pero hemos de saber que no angustian a la persona ni por lo general hay que hacer nada. Frecuentemente se pone alguna medicación para evitarlos, pero no siempre es efectiva. Si llegan, aceptémoslos como parte del proceso sabiendo que este es uno de los síntomas más claros de que la muerte puede ser inminente. Los estertores suenan como cuando sorbemos el último líquido de un vaso con una cañita.
Todo lo descrito en este texto y algunos síntomas menos frecuentes, se darán ante un proceso de agonía (no se habla del proceso de enfermedad) y será igual si se trata de muerte inminente en ancianos, por cáncer terminal u otra enfermedad avanzada. Se puede tener sensación de muerte inminente por ejemplo por un infarto o en un ataque de ansiedad, pero en esos casos no se darán estos síntomas.
ACLARACIÓN: definición de “muerte inminente”: “Situación que precede a la muerte, de forma gradual, y en la que existe deterioro físico, emocional, y de la conciencia, sumando a un pronóstico de vida de horas, o menor a una semana”, es decir, hablar de muerte inminente es lo mismo que hablar del proceso de “agonía”.
CONCLUSIONES: Tanto nacer como morir son dos procesos complejos y difíciles. Si hemos nacido, también moriremos. Al igual que conocer el proceso del parto nos puede hacer afrontarlo desde el conocimiento y la consciencia, lo mismo pasará con el proceso de morir. Saber acompañarlo y transitarlo puede convertirlo en algo tan difícil como bello y humano.